Испанские стихи или стихи для изучающих испанский

libros
Я нашла у себя стихи, которые мы учили на первом и втором курсе на фонетике.
В этой подборке я собрала стихи Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y Gustavo Adolfo Becquer.
Juan Ramón Jiménez
El viento se ha llevado las nubes de tristeza
El viento se ha llevado las nubes de tristeza;
El verdor del jardín es un fresco tesoro;
Los pájaros han vuelto detrás de la belleza
Y del ocaso claro surje un verjel de oro.
¡Inflámame, poniente: hazme perfume y llama;

— que mi corazón sea igual que tú , poniente! –

descubre en mí lo eterno, lo que arde, lo que ama,

… y el viento del olvido se lleve lo doliente !
¡Infancia! ¡Campo verde, campanario, palmera,
¡Infancia! ¡Campo verde, campanario, palmera,
Mirador de colores: sol, vaga mariposa
Que colgabas a la tarde de primavera,
En el cenit azul, una caricia rosa!
¡Jardín cerrado, en donde un pájaro cantaba,
Por el verdor teñido de melodiosos oros;
Brisa suave y fresca, en la que me llegaba
La música lejana de la plaza de toros!
…Antes de la amargura sin nombre del fracaso
-Que engalanó de luto mi corazón doliente,
Ruiseñor niño, amé, en la tarde de raso,
El silencio de todos o la voz de la fuente.
El tren arranca lentamente…
El tren arranca lentamente…
El pueblo viejo tiene en sus grandes casas, sucias y silenciosas,
una opaca, doliente y suave claridad,
perdido entre las gasas azules de la aurora…
Se ven calles sin nadie, con las puertas cerradas,
un reloj da una hora desierta y melancólica,
y, en una pared última, cerca del llano verde,
vacila, polvorienta, una triste farola…
Llovizna…Algunas gotas mueren en el cristal…
Los molinos de viento son vagamente rosas…
Huye más el paisaje… y la ciudad se pierde
allá en el campo inmensos, que un sol difícil dora…
Desde el lecho, abrazados, sin nostalgia y sin frío,
fundiendo en una sola las ascuas de sus bocas,
dos amantes habrán oído, como en sueños,
este tren lento, lleno de cansancio y de sombra.
En estas horas vagas que acercan a la noche
En estas horas vagas que acercan a la noche
mi corazón se ahoga y sube hasta mis ojos…
Da la oración, despierta Venus, pasa el coche
de las siete, hace frío… y allá en los cielos rojosel mirador, el campanario, la palmera
me traen historias viejas que están ya sin sentido,
como si por la bruma de esta tarde yo fuera
pasando entre jardines, cual un niño dormido…¡Y el coche va hacia el tren, y el tren solloza y lleva
hacia el mundo…, si todavía existe!
Y yo sueño, en mis sueños, con una patria nueva,
viajero de mis lágrimas, solo, exaltado y triste.
El jardinero sentimental
Señor, matadme, si queréis…
¡Pero, Señor, no me matéis!¡Oh, Señor!, por el sol sonoro,
por la mariposa de oro,
por la rosa y por el lucero,
por los vilanos del sendero,
por el trino del ruiseñor,
por los naranjales en flor,
por la perlería del río,
por el dulce pinar umbrío,
por los suaves labios rojos
de ella, y por sus grandes ojos;

¡Señor, Señor, no me matéis!
Pero, matadme, si queréis…

A la puente del amor
A la puente del amor,
piedra vieja entre altas rocas
-cita eterna, tarde roja-,
vengo con mi corazón:
-Mi novia sola es el agua
que pasa siempre y no engaña,
que pasa siempre y no cambia,
que pasa siempre y no acaba-.
 Gustavo Adolfo Becquer

Yo sé un himno gigante y extraño
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de este himno
cadencias que el aire dilata en la sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera, al oído, cantártelo a solas.
IV
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían,
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila,
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
LXXII
Primera voz
Las ondas tienen vaga armonía,
las violetas suave olor,
brumas de plata la noche fría,
luz y oro el día,
yo algo mejor;
¡yo tengo Amor!
Segunda voz
Aura de aplausos, nube radiosa,
ola de envidia que besa el pie,
isla de sueños donde reposa
el alma ansiosa,
¡dulce embriaguez
la Gloria es!
Tercera voz
Ascua encendida es el tesoro,
sombra que huye la vanidad.
Todo es mentira: la gloria, el oro,
lo que yo adoro
sólo es verdad;
¡la Libertad!
Así los barqueros pasaban cantando
la eterna canción
y al golpe del remo saltaba la espuma
y heríala el sol.
—¿Te embarcas?, gritaban, y yo sonriendo
les dije al pasar:
Yo ya me he embarcado; por señas que aún tengo
la ropa en la playa tendida a secar.
Antonio Machado
Soneto
Esta luz de Sevilla… Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho.—La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio—.Mi padre, aun joven. Lee, escribe, hojea
sus libros y medita. Se levanta;
va hacia la puerta del jardín. Pasea.
A veces habla solo, a veces canta.

Sus grandes ojos de mirar inquieto
ahora vagar parecen, sin objeto
donde puedan posar, en el vacío.

Ya escapan de su ayer a su mañana;
ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,
piadosamente mi cabeza cana.

La plaza tiene una torre
La plaza tiene una torre,
la torre tiene un balcón,
el balcón tiene una dama,
la dama una blanca flor.
ha pasado un caballero
-¡ quién sabe por qué pasó !-,
y se ha llevado la plaza,
con su torre y su balcón,
con su balcón y su dama
su dama y su blanca flor.Para tu ventana
un ramo de rosas me dio la mañana.
Por un laberinto, de calle en calleja,
buscando, he corrido, tu casa y tu reja.
Y en un laberinto me encuentro perdido
En esta mañana de mayo florido. Flores tronchadas, marchitas hojasFlores tronchadas, marchitas hojasarrastra el viento;
en los espacios, tristes gemidos
repite el eco.En las nieblas de los pasados,
en las regiones del pensamiento
gemidos tristes, marchitas galas
son mis recuerdos.Yo voy soñando caminosYo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
-la tarde cayendo está-.
“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
“ya no siento el corazón”.Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.Mi cantar vuelve a plañir:
“Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada”
RECUERDO INFANTIL
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

 

A Juan Ramón Jiménez
Era una noche del mes

de mayo, azul y serena.
Sobre el agudo ciprés
brillaba la luna llena,
iluminando la fuente
en donde el agua surtía
sollozando intermitente.
Sólo la fuente se oía.
Después, se escuchó el acento
de un oculto ruiseñor.
Quebró una racha de viento
la curva del surtidor.
Y una dulce melodía
vagó por todo el jardín:
entre los mirtos tañía
un músico su violín.
Era un acorde lamento
de juventud y de amor
para la luna y el viento,
el agua y el ruiseñor.
«El jardín tiene una fuente
y la fuente una quimera…»
Cantaba una voz doliente,
alma de la primavera.
Calló la voz y el violín
apagó su melodía.
Quedó la melancolía
vagando por el jardín.
Sólo la fuente se oía.

Y mi preferida de todas — Volverán las oscuras golondrinas

LIII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
ésas… ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
ésas… ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
(Visited 178 times, 1 visits today)
Вернуться наверх